Hace ocho años iniciamos un ambicioso proyecto de microcréditos destinado a empoderar a 250 mujeres, quienes se unieron en grupos de ahorro comunitario para transformar sus vidas. Por ejemplo, Gabriela Acan, una de las participantes, aprovechó el apoyo recibido para ahorrar de forma disciplinada. Con el tiempo, sus ahorros se consolidaron y le permitieron invertir en mejoras para su hogar, logrando poner un techo nuevo que hoy protege a su familia y les brinda seguridad.
De manera similar, aunque el proyecto estaba dirigido principalmente a mujeres, el impacto se extendió a toda la familia. Así, en uno de los grupos, el caso de Amito Lamara se convirtió en una historia inspiradora: gracias a la gestión responsable de los créditos y a la cultura del ahorro instaurada, Amito logró generar ingresos adicionales que le permitieron costear la matrícula escolar de su hijo. Este apoyo educativo no solo abrió nuevas oportunidades para el menor, sino que también reforzó la importancia del proyecto en la transformación de la comunidad.
Estas historias concretas reflejan el impacto real del programa, donde, de los 3 millones de chelines ugandeses otorgados inicialmente, las participantes han logrado ahorrar en conjunto 13 millones de chelines (alrededor de 3.500 euros). Cada ahorro y cada inversión han contribuido a mejorar la calidad de vida de estas familias, demostrando cómo el compromiso y la gestión transparente pueden generar oportunidades sostenibles para un futuro mejor.